Como no sentirse en el cielo al ver esos profundos ojos, que detrás del maquillaje que les da una profunda y a veces tenebrosa acentuación, esconden una mirada tan inocente y perdida como curiosa y fácil de distraer, es tan fácil perderse en ellos.
Adoro perderme en el olor de su cabello de argentinos y rojizos destellos, que reflejan luz mas no cabía la edad en ellos, simplemente eran uno con el viento y a vuelta lo impregna de un aroma indescriptible.
Tiemblan las hermosas flores a su paso, la más bella rosa se inclina ante ella, y yo nube lejana intento remar contra el viento que ejerce fuerza sobrenatural en mi ser y me aleja de ella, simplemente espectador de quien se despide del mundo que la rodea y me vuelvo un velero incapaz de navegar contra la corriente.
Y como no elogiarla a ella y a todo lo que sabe, y todo lo que no, lo que me conoce y lo que me ignora, como no elogiar que me cambió el nombre a Juan Pablo Castel, que me mostró que vivía en un túnel, y caí sin querer en el mismo error de verla a través del cristal, sin embargo estoy pensando en romperlo.
Es tan intensa mi emoción al verla, pero es cruel el destino que nos tiene preparados el camino, al parecer se divierte en haberme acercado lo suficiente para amarla, alejarme lo suficiente para extrañarla, mas no olvidarla, y mostrarme que sigue allí por momentos, lejos, desde una perspectiva en que la pierdo de vista fácilmente, para torturarme.
Busco una enorme piedra que me libere de la cárcel que no me permite amarla, pero cuando me encuentro decidido hacerlo desaparece, y no sé si es que es el momento adecuado para hacer añicos el cristal que me separa de ella, y cuando aparece tan de repente y queda en silencio, me hace pensar que quizá no soy lo que merece, quizá exista una pradera verde y soleada que haga obscurecer mi ser.
De una manera u otra, por si algún día puedo verla de nuevo, guardo entre mis cosas su lista, nuestra lista, por si se ha olvidado de ella, por si no la recuerda.
By: Le Kath
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