lunes, 13 de diciembre de 2010

Remembranzas

Es difícil sobrellevar el olvido, paseando por los polvosos callejones que una vez recorrimos juntos de la mano, pasando rápidamente por el blanco parque en que durante la primavera nos recostábamos para mirar las nubes por horas, es difícil convencer a mi mente que es otro contexto el que me hace recorrer esas vías que hacen que me pierda, y que si tuviera alguna otra alternativa simplemente no lo haría.


Me siento a esperar en la misma banca donde alguna vez estuvimos esperándonos con una sonrisa en la cara y nervios de aquellos que esperan a ese alguien, ahora espero con solo el gélido resoplar del viento golpeándome a cada ráfaga de su aleatoria lucha con un maletín obscuro y con ansias de llegar a un lugar donde pueda estar sin tener que refugiarme en el abrigo.

No recordaba alguna vez que el tren haya llegado tarde, sin embargo y aun no estoy seguro de que haya sucedido, lo hizo o al parecer el frío y el eco resonante en los muros de piedra gigantes que resguardan la estación me hicieron pensar aquello.

Distrayendo la mirada con cualquier objeto en movimiento, la soledad se hizo más evidente cuando se anunció que el tren se demoraría aproximadamente media hora más debido a que la nieve había obstruido gran parte de la vía y había que despejarla para que llegara a la estación donde me encontraba.

Remembranzas de ti y de aquellos días soleados llegan a mí a través de todos mis sentidos, inundan mi mente intempestivamente cual manada de furiosos corceles que atropellan mi conciencia y me atraviesa un estado de inquietud que nunca había experimentado, el frío me estaba jugando una mala pasada y simplemente no veo manera alguna de escapar de él y de tu recuerdo.

Tu nombre, ahora recuerdo gris de tarde de invierno invade mi mente con el resonar de la brisa que inundaba mis pulmones, cual cortante filo de un arma empuñada con el único fin de hacer trisas al enemigo fiel, y se vuelve poemario del poeta maldito que carga en su pecho la desgracia de un amor que no existe, de la mariposa que debilitada y marchita se posa en un árbol para recibir sus últimos rayos de sol, como la última hoja de un árbol con las ansias de morir al igual que todas sus compañeras, después de ver como una a una caía al suelo vil, sin poder hacer nada al respecto.

La luz al final del túnel anuncia mi salvación, mi escape a esta realidad tan real como inmunda que me mantiene atado a algo que no existe, aferrado a sentir algo que soy incapaz de tener, subo al tren y me voy alejando de esa horrible pesadilla, el silencio en mi mente me llena de paz y de tranquilidad, me has dejado en paz al igual que aquella estación fantoche con sus farolas de media luz y transito ligero.


Al fin soy libre…

By: Le Kath


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Old House

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