Perdí mis piernas, las de los goles, las que caminaron por senderos inciertos hasta encontrar mis sueños, las de las caminatas tan cortas y tan eternas acompañándote hacia tu casa, las que subieron tantos escalones en la escalera de la vida, y que a veces dolorosamente tuvieron que ponerse bien puestas en el suelo para que me diera cuenta que volaba muy alto.
Perdí mis brazos, los de los bultos de cemento, los que levantaron a mi mejor amigo en su último aliento, herido de muerte en una guerra que ni siquiera era suya, y lo llevaron a la trinchera entre explosiones y ráfagas de muerte para que pudiera ser honorado como se merecía. Los que te abrazaron tantas veces y se impregnaron de tu maravilloso perfume, los que se sienten todavía vacíos cuando no estoy contigo.
Perdí mis ojos, los que vieron tantas injusticias, los que por no perderlos callé en tantas ocasiones, los que definitivamente fueron los culpables de que me hubiera enamorado perdidamente de ti, los que te buscaban entre las multitudes y las banalidades del mundo, y los que le daban la señal a todo mi cuerpo de correr ilusionado hacia ti cuando por fin te encontraba, los que brillaban al encontrarse con los tuyos y que no podían dar crédito al verte abrazada de mí o cuando tomabas mi mano.
Perdí mis oídos, los sordos, los convenencieros, los que solo escuchaban lo que quería y se cerraban a lo que no quería oír, los críticos, los que hacen que todavía no haya podido terminar la canción que he querido escribir para ti, los tercos, que no dejaban que dejara de insistir en marcar tu número, solo por si decidías contestar y poder escuchar tu hermosa voz de nuevo, los que viven recordando la única vez que me dijiste que me querías y saliste corriendo.
He perdido mis labios, los blasfemos, los que pronunciaron y defendieron a muerte tantas ideas erróneas, los de las mentiras, que hicieron creer al mundo una historia que no era cierta para mi propia conveniencia, los que extrañan tanto tu cabello y tu rostro y los que se lamentan tanto todos los días de mi vida no haberte atrapado en el beso de nuestras vidas aquel 14 de febrero. Los que ya no pueden decir “Te Quiero”.
Extravié mi alma, la perdida, la condenada por la vida de pecado que llevé en la juventud, la desilusionada de la hipocresía de la gente, la apasionada, la amante de la música que me hace olvidar todo cuando estoy frente al reflector, la que me transforma al momento de escuchar el silencio en un escenario, la que rescataste, la que con lo que creía que era amor tuyo llenaste de alegría e ilusión, la que me protegió cuando desapareciste, la que me mantuvo de pié cuando nerviosa me dijiste la verdad, la que remplazó mi columna después de la caída y me dijo que el show debía continuar.
Y por último extravié mi corazón, el enfermo, el que se habría detenido dentro de poco de todas maneras, el que se aceleraba tanto cuando sabría que te habría de encontrar, y el que se ponía aún peor cuando te encontraba de sorpresa, ese sí sabía dónde solía estar, contigo, te lo entregué en aquel momento en que nos volvimos a encontrar después de 5 años sin saber nada de ti, fue mágico a partir de ese entonces no pude pensar en nadie que no fueras tú, podría jurar que te amo, pero no sería justo, alguien más intenta entrar en mi vida y me lo ha entregado todo, casi como yo lo hice contigo, no quiero amar a alguien a quien no amo, pero tampoco quiero hacerle lo que tu hiciste conmigo.
Y qué más puedo hacer, solo queda un amante en pedacitos buscando la cura para la maldición que es estar sin ti, buscando en un remedo de amor que ni siquiera sientes por mi la manera de volver a vivir y amar,porque eso sí, no me amas, pero me dejaste sin poder amar a nadie más
Y no es que sea amor, porque el amor es incondicional, como el que yo siento (o sentía) por ti, solo el tiempo lo dirá.
By: Le Kath
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