miércoles, 9 de marzo de 2011

Y que el tiempo haga lo suyo

Sentarme en la banca de un parque y dejar que el tiempo haga lo suyo, cubrirme de polvo y volverme uno con el color de la madrugada, escuchar pacientemente el correr del agua de una fuente, cerrar los ojos y sentir el sol en el rostro.


Prepararse para el golpe final, sentir los pies firmes en el suelo, sentir la brisa fresca revolver mi cabello, y tomarme el tiempo para pensar una última vez en ella, su sonrisa, sus besos, el calor de su cuerpo que dejaba todos los días por las mañanas.

Agudizar el oído, gastado por los gritos de gente insensata, para oír los lentos latidos de mi calmado corazón, sentir el perfume de tu ausencia, leve fragancia que dejas en mí en tus despedidas.

Sacar la guitarra y desempolvar viejas pasiones, escritas en poemas cantados con una voz ronca casi inaudible, soñar despierto empuñando acordes sin sentido, que cuentan historias que ya he olvidado, escritas con letra rápida entre borrones y tachaduras, en una carpeta vieja guardián de mis viejos amores.

Dejar que poco a poco la luz se vaya consumiendo, observar el tránsito lento de cómo se va durmiendo el universo, ver como cada quien resguarda sus obscuros deseos en las infinitas estrellas, y como todo aquel que se escondía se vuelve valiente.

Levantarme poco a poco, sintiendo el punzar ardiente de cada maltratado hueso por una vida acelerada, vivir el silencio de una plaza abandonada, en la que nadie escucha ni ve más que las tétricas figuras que dibujan los viejos robles sobre las farolas.

Irme caminando con la paciencia del mundo, pensando en todo y a la vez en nada, imaginar que mañana puede que no despierte, o que tal vez vuelva a venir a sentarme en la banca del parque, y dejar que el tiempo haga lo suyo…

By: Le Kath
 

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Old House

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