viernes, 2 de diciembre de 2011

Carta para una ausencia que no llenas

Una vez me llegaste a decir, cuando solíamos hablar por horas sobre cosas que solo nosotros nos entendíamos, que el silencio que nos interrumpía no era incomodo, sorprendido por tu aseveración, pregunte porque, y la respuesta aún la sueño todavía, dijiste que el silencio es mantenido entre dos personas cuando sus  corazones están lo suficientemente cerca, que ni siquiera necesitan hablarse el uno al otro, sin duda alguna me enamoré más de ti ese día, y si es cierto lo que dices, … creo que ahorita debemos de ser la pareja ideal, o almas gemelas o algo parecido, porque no hemos hablado desde hace un gran tiempo, digo, podré saludarte, podremos intercambiar algunas curiosidades de nuestras vidas el tiempo en que coincidimos en un vasto mundo ficticio que se ha vuelto el único medio de comunicación entre ambos, pero no es lo mismo.
Siempre he creído que cuando estabas más lejos, era cuando mejor checábamos el uno con el otro, a lo mejor solo es cuestión que nos alejemos de nuevo, para estar más cerca, quizá me alejé esta vez yo para siempre, para estar siempre junto a ti, es curioso como la vida nos presenta escenarios tan cercanos y tan distintos a ti y a mí, porque nos pone “coincidencias” (porque darle otro nombre no se puede ya que sé que a ti no te gustan las especulaciones) tan extrañas a las que mi vaga mente siempre intenta unir, así siempre ando, buscando las piezas de un rompecabezas que no tiene una figura definida, con cordel y una aguja, persiguiendo los pequeños momentitos que nuestras vidas coinciden, no sé si es por lo especiales que son, o por el poco interés que tienes, que se dan tan esporádicamente, el diario, mis amigos y casi todas las personas que me conocen, votan por la segunda opción, y lo admito también yo la mayoría del tiempo, pero he de decirte que cuando te vuelvo a ver, mi tiempo se detiene y mi ilusión crece, y no te digo nada porque, para que echar a perder el momento, prefiero dejar las rosas crecer para ver si algún día las llegas a ver, que a cortarlas ahorita y perderme la oportunidad de que las veamos crecer juntos.
Hace ya más de un mes que no te veo, y curiosamente me acostumbre a tu estar y no estar, (aunque hubiera querido no tenía de otra) y aunado a las múltiples ocupaciones que tengo que hacerme cargo ahora, pues, creo que a fin de cuentas está bien, (¿o no?) aunque el café helado de aquella ocasión no estuvo tan bueno, y sinceramente el lugar fue horrible, te veías hermosa (lástima que te aberra la idea de que te tome fotografías) y te juro que esa extraña mezcla de pasividad del lugar con el hecho de no haberte visto desde hace tanto tiempo, me resulto un delicioso regalo de cumpleaños.
 Lucho todos los días con mi mala memoria por conservar esos momentos, porque últimamente estas más almacenada en pequeños espacios de mi memoria tan recónditos que ni una lobotomía los arrancaría de mí, con eso de que ya no amamos con el corazón sino con el hipotálamo. Por cierto con respecto a tu pregunta, aún no tengo tu regalo de Navidad…
Si llegas a pasar por aquí y no quieres leerlo solo te resumo lo que dije en dos palabras, y no, no son esas palabras, te salvaste son:
TE EXTRAÑO.

By: Le Kath

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Old House

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