De esas ganas que me quedan al verte, solo tu ausencia puedo
abrazar, quien sabe que pase por tu mente, pero por la mía hay un tren envuelto
en llamas que no me deja pensar con claridad, “Así soy”, dirás en tu favor, y
no me queda más que aceptar el destino que me espera a tu lado, si es que el
escudo que llevo en el pecho me permite soportar los dardos de indiferencia que
sueles arremeter a discreción, no me quejo, pero tampoco me glorío de tus
desprecios, que entre juego y juego, revelan quizá una verdad que no me agrada
ni te puede resultar cómoda a ti...
El no querer es un verbo que me corta la circulación y hace
que me ahogue en un mar de conflictos que me lleva a pensar las posibles
razones de tu silencio, ¿Serás tú? ¿Seré yo? Es que acaso los motivos
personales son más fuertes que lo que se supone que nos une, no quisiera
pensarlo y al menos de mi lado no es así, pero cada día intento convencerme
entre cada sístole auricular que es algo aparte, y entre cada impulso eléctrico que llega
a mi cerebro ideas estúpidas y masoquistas me hacen sentir que absolutamente
soy irrelevante ante ti. No se que pensar ni que hacer, siento que te pierdo o que ni siquiera te tuve.
Tu silencio me apaga…
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